lunes, 12 de febrero de 2007

Acción, reacción y clasificación

San José clasificó segundo tras jugar su mejor partido del año

Por Diego Sebastián Maga
Otros nombres, otro sistema, otra actitud, otro presente. Julio Rodríguez operó a fondo el cuerpo maltrecho de su equipo y la operación de vida o muerte salió bien. Puso el bisturí en profundidad para sacar a San José de su agonía y dejarlo segundo en la serie. La fórmula del cambio fue una: acción, reacción y clasificación

El entrenador cambió (en determinadas ideas), como cambió el sistema (pasó del 4 – 3 – 1 – 2 al 4 – 3- 3), los nombres (Emanuelle, Peraza, Lioret, Morán y García pasaron de suplentes a titulares), los roles (Suárez abandonó el lateral y pasó a la función que calza a la perfección con su tendencia ofensiva: volante) y la actitud y voluntad de los que se quedaron en la oncena (Del Río y González elevaron el índice de seguridad en defensa, Fernández asoció sus trepadas por derecha con exactitud en la descarga, Díaz y su inquietud pusieron a la pelota en circulación dinámica en el medio y Martínez volvió a rescatar su mejor estado y a convertirse en el delantero “enchufado” y temible de otros tiempos). Tales cambios internos se tradujeron en un juego con la suficiente densidad futbolística como para devolverle al equipo la personalidad o, literalmente, construirle esa “personalidad” que en los accidentados primeros partidos nunca tuvo. Después de la crisis de identidad que produjo los papelones ante Canelones y Colonia, el futuro exigía operar el equipo de pies a cabeza. Un concepto que no viene mal en un deporte que precisamente va de la cabeza a los pies.
San José borró algunas ideas fallidas e inútiles, no se atornilló a un Plan “A” que demostró fracasar, definió un Plan “B” antes de morir encaprichado con alternativas funcionales vaciadas de contenido (táctico, técnico y anímico), cambiaron los intérpretes (por algo el plantel tiene 23 futbolistas, no es cuestión de reducir el equipo a los mismos 11 tipos) y pudo sobrevivir a un estado crítico que lo tuvo al borde de la eliminación. Lo bueno de la experiencia frustrante y sin sentido de los encuentros iniciales es que le revelaron a la selección que la línea por la que optó no era la correcta. Acto seguido podía insistir en tales convicciones o admitir errores y volcarse a otras coordenadas antes que fuera demasiado tarde. Y San José consiguió cambiar para que todo cambie. Anoche tal vez haya marcado el giro más radical en la teoría y la práctica. Los números le exigían una presencia tan combativa como creativa. Salir a matar sin morir en el intento. Y la blanca lo hizo. Combinó sacrificio con lucidez. Cada vez que avanzó no buscó ciegamente sino de ojos bien abiertos y cubriendo todo el ancho del campo. Las bandas laterales se convirtieron en líneas directas con el arco de ULIFF y potenciaron significativamente la ofensiva. San José presentó opciones de perfil (derecha o izquierda) y talento (en la cortita o el juego en largo) y acumuló un sin fin de jugadas de gol en la primera mitad pese a que, esencialmente, se dedicó a coleccionar definiciones incorrectas. La excepción fue Martínez pero la insuficiencia de ese 1 a 0 casi le amarga la vida en el último minuto de la primera mitad: un corner casi termina en golazo olímpico de no ser por Emanuelle. Para lo que vino luego, las potencialidades de uno y otro no variaron: San José fue cada vez más y obligó a ULIFF (arrasado desde lo físico) a ser cada vez menos. Despilfarradas otras tantas chances, la selección recién vino a ajustar la mira a los 49’: otra vez Martínez (tras centro de Fernández). De allí en más, la calma aterrizó en el Estadio y el nerviosismo viajó a Colonia. El partido se vivió con los ojos acá y los oídos allá pese a que llegaran dos expulsiones en ULIFF y 2 anotaciones más en San José: una de Sosa (muy participativo) y otra más de Martínez (con pase de Rodríguez). El publicó vivió y sufrió dos partidos por el precio de uno con la emoción rebotando por las radios canarias y colonienses, sonidos que multiplicaron por dos mil la emoción y las suspicacias (al fin, injustificadas): a) “Que Colonia se deja ganar” (esta se decía en un principio), b) “Que los suplentes juegan mejor que los titulares” (esta se repitió cuando Colonia ganaba 2 a 0), c) “Que esta todo arreglado y se dejaron hacer 2 goles para que después le metan 4 sin que nadie sospeche” (esta sonó cuando Canelones empató 2 a 2). Finalmente, con lo bien que se portó Colonia ganando 4 a 2, todas los rumores desaparecieron para que el único que quedara en pie fuera el fútbol. Por suerte, ¿no?