miércoles, 21 de febrero de 2007

Un equipo dos en uno

San José pasó de lo peor a lo mejor: del filo de la eliminación al filo de la definición

Por Diego Sebastián Maga
Que una selección hecha para ganarlo todo se quede sin nada es inadmisible. Entonces, si San José se preparó como el mejor hay exigirle como “el mejor” y que dé “lo mejor”. En el Nacional pasó de lo desastroso a lo aceptable: del filo de la eliminación al filo de la definición. Ha sido un equipo dos en uno. Es obvio de cual depende para sobrevivir.

Después de acumular actos fallidos, el entrenador pudo al fin darle forma y contenido al medio campo de la selección. Por ser el núcleo futbolístico de todo equipo, que San José no definiera un plan eficiente allí implicó andar a los tumbos durante mucho tiempo. Pasaron los desastres de Canelones (1 a 3) y Colonia (1 a 5), el alivio sin deslumbrar con ULIFF (2 a 0), una nueva decepción con los canarios en el Estadio (1 a 1), y los dos partidos finales de la serie en que se produjo el salto de calidad que exigían las matemáticas (de no ganar quedaba eliminado) y la complicidad de resultados ajenos (ULIFF y Colonia colaboraron para ello). El 1 a 0 con los colonienses en Nueva Helvecia y 4 a 0 con Florida Interior en el “Casto” marcaron la salida de la agonía y la entrada a Segunda Fase.
Al filo de la eliminación, Julio Rodríguez operó de urgencia a San José cuando su estado era extremadamente delicado. El DT borró algunos nombres y optó por otros y es justamente lo que se espera cuando se tiene a disposición un plantel de veinte y pico: que nadie, por muy histórico que sea, esté atornillado a un puesto cuando no demuestra razones para estar ahí. Los tiempos son muy reducidos como para encapricharse y si no se posee capacidad de reacción para meter el bisturí a fondo cuando se presentan los primeros síntomas de incapacidad funcional, el campeonato te patea afuera. El estado de los jugadores es muy dinámico y hay que actuar en consecuencia. Son instantes y hay que estar atento para no insistir con uno cuando no tiene mucho para dar y excluir a otro que está en la cima de su rendimiento personal. El paso siguiente es conseguir compatibilidad de caracteres. Los futbolistas rinden o no en función de los colegas que tenga a su lado. A veces se potencian o a veces se debilitan según quienes se combinen con él en la fórmula que delineó el entrenador.
En los primeros juegos, lo único que expresó San José fue caos. Actualmente, tras la intervención quirúrgica, lo que comunica la oncena es lo más parecido al orden. Los titulares ya no son los mismos de antes tanto porque directamente cambiaron apellidos como porque la actitud de quienes se quedaron entre los once varió radicalmente.
En los dos encuentros que cerraron la primera serie y los que jugó ante Florida, la idea predominante es la circulación dinámica. El equipo tuvo en sus últimas presentaciones transición explosiva de defensa a ataque. La línea media es una franja de tránsito veloz en el que activa la cadena de favores blanca: por allí San José no congela su fútbol sino que lo hace fluir. El técnico dio cabida a un cuarteto de volantes cuyo denominador común es la acción múltiple: corren, marcan, juegan y definen (nadie se queda quieto para tomar aire). Lioret y Pino (todo un hallazgo) más volcados a la contención y Díaz y Suárez más lanzados al ataque. En el caso de Suárez, quizás se descubra la variante que produjo un efecto más contundente: cuando Rodríguez lo colocó de lateral, el jugador fracasó en su rol de recuperar el balón y en el de transportarlo. Por su vocación ofensiva, realmente era un desperdicio condenarlo a ese rincón del campo y un peligro en materia de aguante puesto que por su flanco San José siempre fue vulnerado: constantemente, su zona quedó liberada. En la actualidad, Suárez se dedica a crear y no tanto a obstruir y encima aporta gol. El complemento ideal para Verdino y Martínez que, en códigos de velocidad, sincronizan a la perfección. Claro, en determinados momentos San José no puede exprimir al máximo las opciones que produce. Especialmente el sábado, Martínez derrochó unas cuantas chances casi inexplicablemente. Esto es algo a corregir de inmediato especialmente porque en instancias decisivas el margen de error se tiene que reducir al mango. En tramos finales, las equivocaciones son la diferencia entre quedarse con todo o nada. Pese a las citadas insuficiencias, en el otro extremo de la cancha, el equipo levantó el índice de seguridad y tal vez el gran responsable de ello haya sido el arquero Emanuelle (el reemplazo de Pintos). Le tiren mucho o poco, el tipo parece estar con los sentidos alerta y tiene ese don –en una o dos tapadas- de achicar rivales. Sumado a ello, la inclusión de Chalela robusteció la resistencia defensiva, completando así la evolución del funcionamiento colectivo. San José fue dos en uno. Un equipo antes y otro ahora. Pasó el peor y ahora estamos en presencia del mejor. Está claro de cual depende para sobrevivir.